Dos operaciones y el paso por una clínica oftalmológica en Barcelona están a punto de permitirle llenar el vacío en su ojo derecho. Envuelta en una melfa rosa y con un aparatoso parche en la mitad derecha de su rostro, Sultana Jaya, una estudiante saharaui de 27 años, intenta recuperarse de la brutal paliza que la policía marroquí le propinó el pasado 9 de mayo. Aquel día, medio millar de estudiantes saharauis de la Universidad de Marraquech se congregaron en apoyo de unos compañeros de la Universidad de Agadir agredidos por la policía. "Éramos 500 y aparecieron al menos 700 policías. Para mostrar nuestra actitud pacífica nos sentamos en el suelo. Pero ellos lanzaron botes lacrimógenos y se abalanzaron sobre nosotros como fieras", recuerda la joven, nacida en Bujador."¡Dale en el otro ojo!"Cegada por los gases y el caos generado por la carga policial, Sultana se vio de pronto rodeada por dos agentes que empezaron a golpearla en la cabeza y en todo el cuerpo con sus porras. Uno de los golpes le alcanzó de lleno en el ojo, haciéndolo estallar como un globo de agua. La masa del globo ocular cayó al suelo. Pese a sus gritos, los golpes no cesaron. "Dale en el otro ojo", gritó el policía al agente que le había reventado el ojo derecho. Después, junto a otras dos chicas saharauis, la metieron en una ambulancia y las llevaron a una comisaría junto a la Yamá al Fná, la mítica plaza de Marraquech. "Desde el calabozo escuchábamos la música de los saltimbanquis", cuenta. En la comisaría había otra treintena de saharauis. De allí la llevaron a un hospital donde, de nuevo, los agentes que la conducían la agredieron. "Me pegaron varias patadas y vomité. Entonces me tiraron al suelo y me gritaron que me comiera el vómito", relata, aunque asegura que no se lo hicieron comer. "Era solo para asustarme aún más", dice.Una chica marroquí que tenía un familiar en el hospital la vio, se apiadó de ella y se ofreció a contactar a algún conocido para decirle cuál era su paradero. "Pero la policía la detuvo, encontró el teléfono que yo le había dado y le prohibieron entrar en el hospital", señala.Al final, sus camaradas saharauis dieron con ella. Tras lograr que se la sometiera a una operación digna --"la policía había ordenado al médico que se limitara a coserme el párpado", explica-- regresó a casa. Acusada de manifestación con violencia y de espionaje a favor del Frente Polisario, fue juzgada y condenada primero a ocho meses de cárcel que, tras apelar, quedaron en tres.
Sin embargo, no tuvo que pasar por la prisión. Una oenegé sueca se enteró de su caso y la sacó de Marruecos. Tras pasar por Suecia, viajó a Barcelona, donde ha sido atendida en el Instituto de Microcirugía Ocular. Allí, le extrajeron los restos de ojo que quedaron en la cuenca y le han puesto una prótesis. Ahora espera una nueva fase en que se va a embellecer esa prótesis para que quede como el ojo izquierdo."El médico me ha dicho que todo va bien. Yo ahora solo pienso en curarme. Después regresaré a Marruecos a terminar mis estudios", se confía Sultana. Ella es una de los cientos de estudiantes saharauis que, desde mayo del 2005, mantienen una revuelta de baja intensidad pero permanente contra la ocupación marroquí del Sáhara.Desde hace más de dos años, las universidades de Agadir, Marraquech o Rabat han sido escenario de forma cíclica de manifestaciones independentistas donde estos jóvenes saharauis, nacidos y criados bajo la ocupación marroquí, gritaban eslóganes a favor del Polisario y de la independencia del Sáhara. Aunque su revuelta no ha logrado llamar la atención de la comunidad internacional, son un quebradero de cabeza para las autoridades marroquís que ven resquebrajarse el muro de temor que durante dos décadas había mantenido acobardada a la población saharaui que se había quedado en el territorio.Es una revuelta que tiene secuelas en la vida universitaria. "Muchos estudiantes han sido expulsados y algunos han sido suspendidos injustamente", dice Sultana. Reconoce que la relación con los estudiantes marroquís es tensa. "No obstante, algunos nos apoyan y otros, aunque no nos apoyen, creen que las palizas y las detenciones son injustas".
El Periódico
31 de octubre de 2007
No hay comentarios:
Publicar un comentario