El sistema electoral español es muy poco representativo y eso repercute negativamente en la intención de voto de los ciudadanos. Frente a esta situación de pobreza democrática, los electores pueden aparentemente elegir entre tres opciones para mostrar su malestar: abstención, voto en blanco y voto nulo.
La abstención
Es simple y llanamente no votar. Es el indicador que comúnmente se utiliza para analizar la base de legitimación de unas votaciones y principal fiasco de cualquier referendo que se diga democrático, pues este basa su existencia en la fuerza de las mayorías. De ahí que una alta abstención, una abstención mayoritaria, deslegitime directamente cualquier tipo de votación. Al menos moralmente, puesto que hemos tenido ejemplos más que sobrados para comprobar que políticamente, si el sistema lo quiere así, el porcentaje abstencionista no cuenta para anular unas votaciones. Entre los abstencionistas están -generalizando- los que prefieren pasar el día haciendo otras cosas en vez de votar, los que rechazan activamente el sistema democrático y una parte del electorado, bastante móvil, que no encuentra ninguna lista que le represente o que merezca la pena votar.
Voto nulo
El voto nulo es el hecho de ejercer un voto no computable. Este tipo de votos suelen atender a dos tipos de comportamiento, bien diferenciados. El primero, el del error al votar, la torpeza. El segundo, un sector que lo utiliza como reclamo y deslegitimación de unos comicios concretos. Es y ha sido un elemento de protesta común en aquellos que considerándose demócratas, pretendían mostrar su rechazo hacia unas elecciones concretas. Es una forma de realizar la propaganda por el hecho, aunque su difusión es complicada ya que precisa de una campaña abstencionista fuerte y eficientemente identificada.
El voto en blanco
Es común entre los indecisos, entre aquellos que no son capaces de elegir entre las distintas opciones que se presentan. Es un voto que, a diferencia de los anteriores, no pone en duda el sistema electoral ni el comicio en concreto, sino que muestra una incapacidad de elección ya sea como protesta democrática o como señalización de la inutilidad o ineficiencia de los distintos partidos que se presentan. El voto en blanco es, entre todos los mostrados, el más pernicioso y colaboracionista. Pernicioso si su intención es la de protesta y colaboracionista porque refuerza el poder y representación de los grandes partidos e impide el acceso a los pequeños.
En España el método de contabilización electoral es el de la Ley D´Hont. Este sistema, a diferencia de otros, distribuye de forma poco representativa los votos. En España, el porcentaje mínimo para tener representabilidad es del 3%, siempre. El sistema electoral, gracias a esta ley de distribución de votos, funciona por cocientes. El voto en blanco se suma al número total de votos del escrutinio, a partir del cual se calcularán los porcentajes de representación. Así, un elevado voto en blanco significa elevar considerablemente el número de votos necesarios para llegar al 3% del total, lo que dificulta la representabilidad de los partidos minoritarios. Por ejemplo: Si existen 10.000 votos para un total de 7 escaños, el primer escaño se conseguiría con 1428 votos. Si hay 10.000 votos a candidaturas + 5000 votos en blanco para un total de 7 escaños, el primer escaño estará a 2.142 votos (15.000/7). Esos 5000 votos en blanco no se asignan a ningún partido directamente,sino que se acumulan en los partidos más votados pues tienen más fácilacceder al cociente porcentual de representabilidad.
Votar, no votar o votar nulo, pero jamás en blanco.
Tal como están las cosas, el voto en blanco es en sí mismo un parásito, un mal electoral que aumenta aun más el poder de los grandes partidos y ahoga las alternativas minoritarias. El sistema de cálculo de representabilidad se ve alienado por el voto nulo, dando resultados desvirtuados y poco proporcionales y representativos del voto real. Por lo tanto, sea cual sea la posición de cada uno, debe obrarse en consecuencia y coherencia según sus ideas e intereses. Abstenerse, votar nulo o elegir una opción concreta son distintas formas de luchar, todas ellas válidas siempre y cuando estén basadas en el entendimiento y la acción crítica y positiva.
Siendo una de las convocatorias la elección de los representantes municipales, es un buen momento para trabajar en ese ámbito, primer lugar de expresión y trabajo ciudadano.
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