de este modo: La primavera ha venido / del brazo de un capitán. /Cantad, niñas en coro: /
¡Viva Fermín Galán!". Así recordaba el poeta Antonio Machado el 14 de abril en Segovia, aquel momento en que estallaron todas las esperanzas. Recibida en las calles de las ciudades como una fiesta popular coronada por el gorro frigio, la República quedó proclamada en la tarde de aquel día mientras el rey Alfonso XIII se iba entre coplas y se aclamaba entre aplausas a las nuevas autoridades.
En medio de aquel entusiasmo, un gobierno provisional, formado por socialistas, republicanos y nacionalistas catalanes, emprendió la obra de reformas políticas y sociales exigidas por las profundas transformaciones experimentadas en las dos primeras decadas del s XX por la sociedad española: la República vino como regalo de primavera; pero llegó también como fruto maduro, largo tiempo esperado por las nuevas clases medias y por la clase obrera surgidas en las ciudades durante los quince años anteriores. Era preciso instaurar en España un régimen democrático, con el Parlamento como centro de la vida política, sufragio limpio y fin del poder político de los caciques; liberar al Estado de la tutela de las dos grandes instituciones que lo tenían mediatizado desde los años de la Restauración, el Ejército y la Iglesia; establecer la igualdad de derechos políticos y civiles de hombres y mujeres; remediar las grandes desigualdades sociales, agravdas por las oleadas de emigración desde las zonas rurales deprimidas a suburbios miserables de las ciudades; extender la educación en los grados primario y secundario y atender a la creación de centros superiores; proceder a una nueva distribución territorial del poder, con la concesión de autonomías reclamadas desde principios de siglo por los movimientos y partidos nacionalistas, especialmente Cataluña.
Era un programa ambicioso, que afectaba a todos los órdenes de la sociedad y del Estado, a las relaciones entre clases sociales, al poder de clérigos, militares y terratenientes, a la vida de las familias desde el nacimiento al entierro, a la aspiración a la autonomía política de las regiones. La República no era sólo un cambio de régimen sino un cambio de vida: la clase obrera se incorporariá al sistema político y al gobierno del Estado y mejoraría su miresable condición; las mujeres accederían a la esfera pública, se harían visibles también en la política; los niños y los jóvenes recibirían una nueva educación, laica, moderna, que acabaría con la lacra del analfabetismo y con el provincianismo de una enseñanza dominada por la Iglesia; las regiones encontrarían un mejor acomodo en el Estado; los campesinos accederían a la propiedad de las tierras que trabajaban; el Estado se organizaría como democracia. La vida, en fin, sería más igualitaria, más libre, más justa.
La urgencia, la amplitud y la profundidad de las reformas propuestas provocaron la reacción de los patronos, los terratenientes, los militares y los religiosos que veían como perdían su poder. El 18 de julio de 1936, esta españa reaccionaria para no perder sus privilegios se levantó en armas, dando un golpe de estado militar que fracaso al no sumarse parte del ejército ni de las fuerzas de seguridad del Estado y al movilizarse y armarse a los sindicatos y los partidos obreros, desembocando en una guerra civil larga y sangrienta. Los fascistas recibieron pronto el apoyo de Mussolini y Hitler ante la pasividad de las democracias europeas. Utilizando el pretexto de un acuerdo de No Intervención dejaron a la República a su suerte por miedo al cariz revolucionario que estaba tomando, preferian una dictadura a una revolución social que hiciera peligrar el estado burgués. Pese a ello miles de voluntarios de todo el mundo, vinieron a España, a luchar por la libertad y la justicia social, bajo el nombre de Brigadas Internacionales, exponiendose después a la persecución en sus propios países.
2 comentarios:
Si, señor! viva la República! Cada año el movimiento crece y crece más, España mañana será Republicana.
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Es una vergüenza lo que esta pasando en Polonia con los brigadistas, los estan tratando como a criminales, quitándoles las pensiones, no reconociendoles los méritos. Esa gente son heroes. Vinieron aquí en contra de las autoridades de sus países en muchos casos, a luchar en un país lejano, del que en la mayoría de casos no conocían ni la lengua. Vinieron a luchar por la libertad y sobre todo por una sociedad más justa. Se merecen el respeto y la admiración del mundo entero.
¡Vivan las Brigadas Internacionales!
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