Detienen a un empresario por hacer trabajar 90 horas a la semana a tres inmigrantes sin papeles Si algo se puede decir de Juan Carlos, de Wifredo y de Radouan es que son unos currantes de aúpa. Estos tres jóvenes, de 23, 28 y 25 años, trabajaban hasta el jueves como mozos de almacén en Mercabarna, el gran mercado mayorista de Barcelona y uno de los lugares donde aún pueden hallarse actitudes propias de un negrero del siglo XIX. Carlos, Wifredo y Radouan se pasaban todo el día cargando y descargando cajas de fruta. Y lo de "todo el día", al menos aquí, no es una expresión gratuita: al final de la semana, pesaban sobre sus espaldas más de 90 horas de faena. Más del doble del máximo permitido por ley. La jornada laboral de dos bolivianos y un marroquí ascendía a 16 horas. Si el trabajador llegaba 5 minutos tarde, podía perder parte de su sueldo
Pero los tres comparten una condición: son inmigrantes sin papeles. Trabajaban a las órdenes del empresario Isidro G. M., de nacionalidad española, administrador de la empresa Transports Aural, SL, dedicada al transporte de fruta en Mercabarna.
De martes a viernes, Carlos, Wifredo y Radouan comenzaban su maratoniana tarea a las cinco de la madrugada para terminar, reventados, 16 horas más tarde. Pero no todos los días eran un infierno en la vida de los tres jóvenes, que viven solos y de forma semiclandestina en Barcelona, L'Hospitalet y El Prat. Los lunes, por ejemplo, la jornada resultaba mucho más suave y llevadera: de las 9.30 a las 20.00 horas. En una muestra de generosidad, el citado empresario se relajaba los sábados, ya que sólo les hacía trabajar desde las 5.30 hasta las 11.00. La tarde la dejaba libre para que los chicos pudieran divertirse.
Y los domingos, Isidro G. M. ofrecía a sus empleados un trato casi divino: al séptimo día de la creación de las frutas y las hortalizas, les permitía descansar. Todo ello, por el increíble sueldo de 800 euros al mes, según confirmaron ayer fuentes policiales. Muy por encima, como se ve, del salario mínimo interprofesional. Carlos, Wifredo y Radouan no tenían que compartirlo: les correspondían 800 euros a cada uno. Si se tiene en cuenta que trabajaban 90 horas a la semana (más de 360 al mes) eso significa que la hora les salía a casi 2,2 euros.
El Cuerpo Nacional de Policía (CNP) recibió hace unos días el aviso de que este empresario, de 30 años y vecino de Castelldefels, había ofrecido trabajo en condiciones infrahumanas a tres extranjeros en situación irregular. Hace dos días, agentes del grupo sexto de la Unidad contra Redes, Inmigración Ilegal y Falsedad Documental (Ucrif), acompañados por inspectores de trabajo de la Seguridad Social, descubrieron que las sospechas eran ciertas. Isidro G. M., que carecía de antecedentes policiales, fue detenido. El juez le dejó posteriormente en libertad con cargos. Está acusado de favorecer la inmigración ilegal y de un delito contra los derechos de los trabajadores.
Isidro G. M. reconoció, en su declaración, que había empleado sin contrato a los tres muchachos. Además, el empresario penalizaba a sus trabajadores por razones totalmente arbitrarias, indicaron fuentes conocedoras del caso. Un ejemplo: si alguno llegaba siquiera cinco minutos tarde al trabajo, el jefe le descontaba una parte del sueldo. Sobra decir que los días que no acudían a Mercabarna, no cobraban.
La policía también detuvo a los tres inmigrantes, en aplicación de la Ley de Extranjería. A Carlos, Wifredo y Radouan se les ha abierto un expediente para expulsarlos del país. Sin embargo, no han ingresado en uno de los centros de internamiento para extranjeros. De haberlo hecho, su expulsión estaría casi garantizada, ya que la policía sólo tendría que resolver los expedientes e irlos a buscar al centro.
Y luego los de Democracia Nacional dicen que solamente vienen a robar...
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