La proximidad de las elecciones municipales --fijadas para marzo del 2008-- ha agudizado el ingenio de algunos alcaldes franceses ávidos por mostrar una imagen inmaculada del casco urbano. Pero el edil de Argenteuil, el conservador Georges Mothron, se ha extralimitado al tratar de expulsar del centro a un grupo de mendigos con un método más propio de una operación para atajar una plaga de roedores que para tratar a seres humanos. A este diputado de la UMP no se le ocurrió mejor solución que utilizar un espray nauseabundo cuyo nombre no engaña: malodor.
Método "inaceptable"
"Hemos comprado este repulsivo para alejar a cuatro o cinco personas muy alcoholizadas que, desde hace un año, se niegan a desbloquear dos salidas de emergencia. El test se ha realizado en un lugar sin mendigos. No habrá más, porque he decidido suspender la utilización del producto", explicó el alcalde a la agencia France Press. Mothron admitió haber tomado la decisión tras recibir sendas llamadas de la ministra de la Vivienda, Christine Boutin, y de Martin Hirsch, alto comisario para la Solidaridad Activa contra la Pobreza, exdirector de una importante asociación humanitaria y uno de los fichajes de Sarkozy en la órbita socialista. Ambos han condenado el método por "inaceptable" y "degradante".
Meses después del encendido debate provocado por los indigentes acampados en el canal de Saint Martin de París, el caso de Argenteuil ha vuelto a poner el problema sobre el tapete. Hirsch considera que "hay que responder con la palabra, no con productos repulsivos" y proponerles un centro de acogida. Eso es lo que Mothron asegura haber hecho sin éxito, aunque el alcalde ya había recurrido antes a métodos paralelos. En el 2002, Argenteuil fue una de las primeras poblaciones de la periferia de París en dotarse de un decreto antimendicidad para combatir la epidemia y las "molestias olfativas" de los sin techo.El fabricante del malodor, el director de la marca Firchim, Pierre Pasturel, que comercializa el producto desde hace 18 meses, se defiende asegurando que la sustancia no es "ni tóxica ni irritante". En su afán por justificar su utilización --según dice puede salvar vidas si se pulveriza en zonas potencialmente peligrosas como bajo los puentes o en el borde de las carreteras-- Pasturel ha desvelado que otros municipios franceses lo han utilizado.
Mobiliario disuasivo
Pero no todos recurren a métodos extremos. En algunas zonas, un mobiliario urbano disuasivo, en el que resulta imposible adoptar la posición horizontal, está empezando a sustituir a los clásicos bancos. El metro de París es un ejemplo de esta mutación. Los asientos son reemplazados por unas estructuras de diseño moderno que sirven más para apoyarse que para sentarse."Es un problema que sobrepasa el territorio de Argenteuil.
"Estamos en un contexto global de intolerancia en el que se empuja a la gente excluida a esconderse, a hacerse cada vez menos visible", observa un portavoz de Médicos sin Fronteras.
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