En el artículo publicado en el diario Público el profesor Navarro nos dice que el retraso obligatorio de la edad de jubilación (a los 67 de momento) se basa en varios supuestos erróneos. Algunos autores que defienden el retraso dicen que como la población vive ahora muchos más años que antes, está también en condiciones de poder trabajar durante mucho más años también. Se asume que, el incremento de cuatro años en la esperanza de vida en España en estos últimos 20 años, se produce porque la gente vive ahora cuatro años más que hace 20 años, lo cual no es cierto. Es una mala interpretación de los datos, que el profesor califica de ignorancia, pero que otros calificariamos de manipulación sin más.
Nos un ejemplo de como se calcula: Si en un país hubierá dos habitantes, uno muriera al nacer y el otro con 80 años la esperanza promedio de vida sería de 40 años. En otro país donde también hay sólo dos ciudadanos: uno muere a los 20 años y el otro a los 80 años también. La esperanza de vida promedio de este otro país sería de 50 años, es decir, diez años más que en el primero. Pero esto no quiere decir (como constante y erróneamente se asume) que se vive diez años más sino que lo que ha ocurrido es que la mortalidad infantil es mucho más baja. Y esto es lo que ha estado ocurriendo en España en los últimos 20 años: descenso continuo de la mortalidad infantil con lo cual la esperanza de vida ha ido aumentando. Es verdad que los mayores también han visto alargada su vida, pero mucho menos que los famosos cuatro años.
El segundo error que se supone es que, puesto que la población vive más años, tal población puede continuar trabajando después de los 65 años, con la misma capacidad y vitalidad de trabajo que tiene a los 65. Se asume, pues, que al vivir más años la edad de envejecimiento también se retrasa. Pero esto no es así, en realidad es al revés, la edad de envejecimiento se ha adelantado. Según un estudio de Eileen Crimmins y Hiram Beltrán-Sánchez, investigadores del Centro de Geriatría de la Universidad del Sur de California, se concluye que una persona que tenga 20 años ahora, tendrá un año menos de vida saludable durante toda su vida que una persona de 20 años de hace diez años, y ello a pesar de que la esperanza de vida del primero sea mayor que la del segundo.
De ahí para el profesor Navarro que lo importante sea coger como referencia los indicadores de vida laboral potencial (número de años que el trabajador puede continuar trabajando). Tomando este indicador –años de vida sanos–, resulta que este ha disminuido en EEUU desde 1998. Se vive más años, pero menos con salud. Un hombre de 20 años en 1998 puede esperar vivir 45 años más sin tener una de las tres mayores enfermedades crónicas (enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes). Pero estos 45 años descendieron a 43,8 años en el año 2005, es decir, más de un año. En las mujeres jóvenes pasa de 49,2 a 48 años durante el mismo periodo.
Otro indicador es la existencia de problemas de movilidad, definiendo como tal la capacidad de subir una escalera de más de diez escalones, andar más de medio kilómetro o estar de pie más de dos horas sin ninguna ayuda. Este indicador también ha descendido.
Todos estos datos muestran que se ha retrasado la edad en que morimos, pero no la edad de envejecimiento ni la cantidad de enfermedades que tenemos. Pero lo que es incluso más preocupante es que según la clase social del individuo sea mayor o menor, de manera que las limitaciones de movilidad y salud son más acentuadas en las clases populares que en las clases de renta alta (que son las que tienen mayor influencia política y mediática en nuestras sociedades). Todos estos datos son ignorados en la propuesta de retrasar obligatoriamente dos años la edad de jubilación.
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