Precisamente aquí en España y en Europa, en estos últimos años, previos al terremoto del viernes en Japón, se había avivado el debate sobre la energía nuclear. El lobby nuclear europeo y español iniciaba su campaña para aumentar el uso de esta energía, para depender menos de la energía exterior y según ellos para abaratar el coste energetico y luchar también contra el cambio climatico. En España se inició así una ofensiva contra la política del gobierno de Zapatero que pretendía cerrar las nucleares con 40 años de servicio (entre ellas la central de Garoña, en Burgos). Zapatero apostaba por las energías renovables, en lugar de invertir en nuevas centrales nucleares. Ex-presidentes como Aznar por parte del PP y Felipe González por parte del PSOE defendían la energía nuclear, ampliar la vida de las centrales más antiguas, cercanas a la fecha de caducidad de 40 años e iniciar la construcción de nuevas plantas. Zapatero finalmente rectificó su posición antinuclear pese a no admitirlo públicamente y prorrogo temporalmente la vida útil de Garoña.
Tenemos que recordar que estos antiguos ex-presidentes que un día "defendieron" el interés público hoy trabajan para empresas energeticas privadas, formando parte como consejeros "independientes". Felipe González en Gas Natural Fenosa y Aznar en Endesa, (la cual tiene un 50% de participaciones de la central nuclear de Garoña). El peligro de la energía nuclear ha quedado al descubierto tras el terremoto de Japón. La catastrofe japonesa ha dejado en evidencia a los defensores de la energía nuclear, a los lobbys nucleares. Millones de personas en peligro, una energía incontrolable e imprevisible una vez está fuera de control. El recuerdo de Chernobil, de las bombas atómicas de Nagasaki y Hiroshima vuelve. ¿Quién se atreverá ahora a defender esta energía? Pués únicamente aquellos que tienen intereses económicos y les interesa poco la vida humana y el ecosistema de la tierra.
Aznar ficha por Endesa como asesor externo para Latinoamérica (El País)
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