miércoles, 11 de junio de 2008

Sudores fríos en Dublín: El referéndum irlandés sobre el Tratado de Lisboa

Los sondeos dan una ligera ventaja a los partidarios del sí, pero continúa el suspense total en cuanto al resultado del referéndum de ratificación del Tratado. Hoy, los irlandeses deben pronunciarse sobre el Tratado de Lisboa, un arreglo del proyecto de Tratado constitucional europeo rechazado en 2005 por los franceses y holandeses. Irlanda es el único país de la UE que debe someter la ratificación al voto popular, obligada por la Constitución. La República de Irlanda está presa de la duda y la indecisión, como no han dejado de señalar los sondeos desde hace seis meses. De repente, el escenario irlandés de 2001, cuando la ratificación del Tratado de Niza (hubo más del 58% de «no»), no es una hipótesis descabellada y bien podría detener la máquina institucional europea.

Hasta ahora, el «sí» parece en condiciones de triunfar, un sondeo del 25 de mayo publicado por el Sunday Business Post le daba cerca del 41% de los sufragios contra el 33% al «no»; el porcentaje de indecisos era del 26% (el 34% en abril, ¡prácticamente el doble que a finales de 2007!). Pero aunque los partidarios del Tratado están en cabeza, no consiguen distanciarse de sus rivales que, poco a poco, a fuerza de explicaciones, van mordisqueando terreno. La presión parece máxima. A la vista de los desengaños pasados, el gobierno de Dublín inyectó más de cinco millones de euros en su campaña de información para asegurar «urgentemente» la victoria del «sí». No ha ahorrado esfuerzos para movilizar a los políticos y los medios de comunicación para evitar el psicodrama de 2001 (el rechazo del Tratado de Niza, que finalmente se adoptó un año después). La mayoría de los partidos políticos representados en el Parlamento piden la ratificación del Tratado: el Fianna Fail, el Fine Gael (centro izquierda), el Partido laborista y el pequeño Partido demócrata progresista. El Partido verde está dividido (alrededor del 60% favorable al Tratado en el congreso de enero). El sector del «no» tiene su base en los partidos de izquierda, las clases medias y los abandonados por el «Tigre celtique», afectado de lleno por la caída del crecimiento, la crisis inmobiliaria y las restricciones de crédito, mientras el desempleo y la inflación van en alza. Este sector incluye también a una parte de la derecha católica opuesta a cualquier liberalización del fracaso y a los xenófobos que afirman que el Tratado va a impedir que Irlanda controle sus fronteras. A la izquierda once organizaciones, entre ellas el Sinn Fein, con representación en el Parlamento, el Partido socialista, el Partido comunista de Irlanda (CPI), el Partido de los trabajadores y el movimiento irlandés contra la guerra, crearon un colectivo y un comité para el «no». Este comité hace campaña cuestionando la neutralidad militar (política de defensa y seguridad común), la falta de democracia y el ataque a la soberanía irlandesa, pero también sobre los ataques contra los derechos sociales y los servicios públicos; y lo más importante, las privatizaciones. Sus argumentos se han convertido en una bola de nieve que está provocando sudores fríos a los dirigentes europeos enviados estas últimas semanas a Dublín para llevar la buena nueva del Tratado de Lisboa. Parafraseando al presidente de la Comisión de Bruselas en abril: en caso de «no», «no hay plan B», dijo. ¿No les recuerda nada?

Original en francés: Bernard Duraud en L’Humanité.
http://www.humanite.fr/2008-06-06_International_Sueurs-froides-a-Dublin
Traduccido por Caty R. de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala.

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