Tan solo diez días después de las elecciones el rey Juan Carlos I renuncia al trono y abdica en la figura de
su hijo Felipe, iniciándose así el proceso de sucesión y coronación del nuevo rey. ¿Casualidad? No, curiosamente esto se produce después del peor resultado cosechado por los dos partidos mayoritarios del país, en los cuales se sustenta precisamente la monarquía. Ni PP ni PSOE cuestionan el Estado actual surgido de la dictadura franquista y la Transición. La renuncia y el proceso de sucesión se producen así en plena hecatombre electoral del bipartidismo y tras el ascenso de los partidos de izquierda y republicanos, sobre todo, la irrupción de un nuevo partido PODEMOS.
La misma noche del hundimiento del PSOE y el PP se pusieron en contacto Rajoy y Rubalcaba telefónicamente y acordaron hablar sobre la situación actual. Rubalcaba se ve obligado a renunciar y convocar un congreso para elegir al nuevo líder socialista, pero no lo convoca hasta mediados de julio. La coronación de Felipe casualmente se realizara antes, el día 18 de junio. Todo en un plazo relativamente rápido si tenemos en cuanta que debe someterse a votación parlamentaria la aceptación de la renuncia y sucesión, que debe crearse una nueva ley que regule el proceso y finalmente debe coronarse el príncipe. Estas prisas sin duda se deben al ambiente de preocupación creado tras las elecciones. El miedo realmente se ha apoderado de la Casta, de la monarquía y de los poderes fácticos del Estado: las grandes multinacionales y los bancos. La monarquía ve peligrar la institución ante el auge del republicanismo. Los dos grandes partidos ven peligrar su "status quo" en el cual se reparten el poder alternativamente y no cuestionan los pilares que sustentan el actual estado y del cual se benefician sus élites. Y las grandes empresas y bancos que ven peligrar las reformas que han conseguido imponer y las que todavía les quedan pendientes de aprobar. Todos están nerviosos porque tienen mucho que perder.
Intentan dar la sensación de que todo estaba ya programado y previsto desde hacia unos meses. Pero realmente se ven las prisas. Estaba claro que la abdicación del rey no tardaría mucho en producirse, por el evidente deterioro físico que ha sufrido, y también por la mala imagen de la corona estos últimos años. Los resultados electorales han provocado esta precipitación.
Que se produzca pocos días después de las elecciones demuestra precipitación y nerviosismo por apuntalar la monarquía y el régimen político actual. Temen el ascenso de IU, y la aparición de PODEMOS, así como otros partidos de izquierda republicanos. Temen también a un PSOE imprevisible que sumido en una crisis y con luchas internas pueda tener una deriva hacia la izquierda, sobre todo teniendo en cuenta que las bases militantes y sus juventudes son mayoritariamente republicanas.
En definitiva es el temor a que en las próximas elecciones municipales finalmente los dos grandes partidos pierdan la mayoría absoluta y den paso a un parlamento con mayoría de izquierda y republicana. ¿que pasaría? Pues que corren el riesgo que la abdicación y la sucesión no fueran aprobadas por la mayoría parlamentaria tal como exige La Constitución y entonces la corona tendría un verdadero problema. Recordemos que su abuelo tuvo que renunciar a la corona y exiliarse tras la victoria de partidos republicanos en la mayoría de municipios españoles, aquel 14 de abril de 1931.
En otro articulo ya hablaremos sobre la legitimidad del estado actual, la Transición y sobre la posibilidad de proclamación de la III República.
eldardonegro para falsapolitica